Milio Mariño
Todos nos hacemos cábalas sobre qué hará Mariano cuando llegue al gobierno. Nadie cree que pueda hacer lo que dice y, menos, que sea capaz de acabar con la crisis. No obstante, las encuestas son claras. Indican que los electores le darán el gobierno y, aunque sea a regañadientes, tendrá que aceptarlo. Que se fastidie, que no lo hubiera pedido. Que no venga ahora con que, si por él fuera, se iría, ya mismo, a Santa Pola, donde todavía figura como Registrador de la Propiedad y donde nadie sabe el destino de los más de 20 millones de euros de las ganancias de ese registro y de la oficina liquidadora de impuestos.
Actualmente, Rajoy es el Registrador titular de Santa Pola, una bella localidad de Alicante, en la que el clima y la vida son más agradables que en Madrid y en su Pontevedra natal. Circunstancia que no deberíamos tomar a broma porque Mariano tenía dos opciones. Una, solicitar excedencia y que Santa Pola saliera a concurso y la plaza fuera cubierta por un registrador que, realmente, estuviera allí. Y otra, que fue la elegida, mantenerse como titular del Registro, acogiéndose a un decreto de 1947, que es contrario a las leyes constitucionales que ordenan la función pública y fue reformado cuando Rajoy era ministro de Aznar.
La opción que eligió Rajoy debió parecerle estupenda a su amigo, el Registrador colindante, Francisco Riquelme Rubira, que lo es de Elche y a quien corresponde ejercer como interino de Santa Pola, percibiendo por ello el 50 % de las ganancias por ser, de oficio, el registrador accidental.
Dicho lo dicho, imagino que algún malicioso estará pensando que, a mí, lo que me preocupa es saber si Mariano, por ser titular del Registro, ha cobrado, de bobilis bobilis, el otro 50 % de las ganancias; es decir, 10 millones de euros en los últimos 20 años.
Hombre, no niego que me gustaría saberlo pero lo que no para de darme vueltas es que no haya pedido excedencia. Es que Rajoy lleve 20 años en cargos públicos, primero como ministro, luego como jefe de la oposición y ahora como candidato a Presidente de Gobierno, y siga como titular de un puesto por el que no ha pasado ni para pisar el felpudo.
Me preocupa porque no es alentador, ni menos un buen ejemplo, que un líder político lleve 20 años como titular de un puesto que no ha ejercido nunca, pero al que tampoco renuncia ni pide, siquiera, excedencia como es exigible a cualquiera que se dedique a la política a tiempo completo.
No sé, pero todo esto me huele a que, Mariano, algo se guarda. A lo mejor ha pensado que no le trae cuenta ser Presidente. Igual estaba feliz en su cargo, ejerciendo como Jefe de la Oposición, y conocida su poca afición al trabajo le da cien patadas que le regalen un cargo en el que se trabaja a destajo.
Tratándose de un gallego nunca se sabe. Puede ser que se las pire, que se vaya a Santa Pola para ejercer de Registrador, de ahí que no hubiera pedido excedencia, o que lo tengamos de Presidente y haga lo que ha venido haciendo en Santa Pola: ser titular del puesto pero dejando que ejerza el colindante (que en este caso sería Sarkozy) y repartiéndose las ganancias a medias.
Milio Mariño / La Nueva España / Artículo de Opinión
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