Milio Mariño
Como imagino que ya estarán hartos de leer artículos sobre el resultado de las elecciones y comentarios tan atinados como el firmado por el columnista de un diario de Madrid, que decía que la mayoría de los votantes del PSOE echaban tanto de menos una verdadera política de izquierdas que por eso había ganado el PP, me he propuesto no insistir en lo mismo y hablarles de los animales domésticos. Sé que parece una broma pero espero que lo tomen en serio y al final compartan conmigo que no está mal traído hablar de animales después de las elecciones.
Los animales, sobre todo los domésticos, se parecen mucho a nosotros. Se parecen tanto que, para mí, los perros y los gatos no son tan enemigos como el tópico los pinta. Somos nosotros los que insistimos en esa enemistad y lo hacemos hasta el punto de que muchas personas no entienden el amor por uno sin el odio al otro. Circunstancia que nos ha llevado a la situación de que haya gente que deteste a los dos y busque animales distintos por aquello de que ya están hartos de tener que pronunciarse a favor de unos u otros.
No habría nada que objetar, estaríamos ante el simple ejercicio de la pluralidad animal, a la que todo humano tiene derecho, si no fuera que la consecuencia, de que adoptemos animales raros y, sobre todo, exóticos, entraña el riesgo de una fractura en el ecosistema y pone en peligro el equilibrio de las especies.
Aparentemente no pasa nada pero así, sin quererlo, desaparecieron muchos mamíferos. Y más que pueden desaparecer porque España, y Asturias en concreto, está sometida a una explotación desmedida de sus recursos naturales y eso obliga a que los animales tengan que modificar su hábitat natural para buscar otras áreas donde satisfacer las necesidades vitales.
Nada impide que usted adopte el animal que quiera pero conviene ser prudentes ya que los animales que llegan del otro lado del Pajares, nadie sabe como pueden comportarse. Es más, cabe la sospecha de que, quienes les abren sus puertas y los adoptan como capricho, por despecho o por hartazgo hacia los tradicionales gatos y perros, se olviden pronto de ellos y los abandonen pasado un tiempo. De modo que no todo vale cuando se trata de elegir animal doméstico. No vale porque aun estamos lejos de llegar a lo que profetizaba Isaías. Aquello de: “Habitará el lobo con el cordero, el pardo se echará con el cabrito, el león y la oveja andarán juntos y las fieras comerán hierba como el buey”.
Comprendo que haya gente, cansada del perro, el gato y de ese tercero en discordia que es el gochu vietnamita, que adopta un animal cualquiera. Un animal que, seguramente, tendrá dificultades para adaptarse. Pero, lo malo no es eso, lo malo es que si el animal, finalmente, se adapta tampoco desaparece el peligro pues podría llevarlo al cruce con otras especies, que le parezcan afines, y entonces resultaría un engendro de consecuencias imprevisibles.
La culpa de que les haya hablado de los animales domésticos la tiene un ratón: que unos piensan que lo caza mejor el gato, otros que el perro y algunos que la solución es un pulpo. Pero, como les dije al principio, es puro entretenimiento, no tiene nada que ver con la política, así que no insistan en buscarle similitudes.
Milio Mariño / Artículo de Opinión
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