lunes, 24 de enero de 2011

Felipe y Aznar, sueldos y energía renovable

Milio Mariño

Comparto la idea de que es costumbre muy española que nos escandalicemos por cualquier cosa. Comparto, también, que un caso que corrobora esa tendencia, uno de esos casos que invitan al ademán ofendido y a poner el grito en el cielo, pudo ser la noticia de que dos ex presidentes del Gobierno aceptaran ser contratados a cambio de cuantiosos sueldos. Estoy de acuerdo en que ambas contrataciones, la de Felipe como consejero de Gas Natural y la de Aznar como asesor de Endesa, coincidieron, por casualidad, con una subida del gas y de la luz. Y, por si fuera poco, coincidió también que tuvieron la mala suerte de que por esas fechas fue cuando se aprobó el Reglamento de Pensiones y quedó establecido que, con siete años cotizados, sus señorías tendrán derecho al máximo de la pensión.

Todo eso, sumado a la angustia de que no acabamos de ver el final de la crisis, es para tenerlo en cuenta. Pero, si diéramos por buenos los argumentos de quienes defienden los contratos de los ex presidentes y las pensiones de los diputados, tendríamos que referirnos a que el hecho de que dos personas, de 58 y 69 años, encontraran trabajo cuando la tasa de desempleo supera el 20 por ciento evidencia lo importante que es tener una formación sólida y una voluntad a prueba de bomba, pues tanto en los casos citados como en el de Alberto Oliart, que con 83 años encontró trabajo como presidente de Televisión Española, ha quedado demostrado que cuando alguien se propone, de verdad, encontrar un empleo la edad es lo de menos, no supone impedimento.

Imagino que una explicación así, más que un detalle de humor, les parecerá puro cinismo. Por eso, contando con que los españoles nos escandalizamos muy fácilmente y buscamos el agravio comparativo y el factor negativo, que nos permita servirnos de cualquier circunstancia para poner el grito en el cielo, creo que, en esta ocasión, está más que justificado que nos escandalicemos. No sería de recibo que aceptáramos que los ex presidentes y los diputados son ciudadanos muy singulares que merecen ser considerados como punto y aparte del resto de los españoles.

Tal vez entre dentro de lo normal, lícito y hasta lógico que Felipe González y José María Aznar trabajen y cobren, incluso, un buen sueldo. No habría nada que objetar, ninguna reserva al respecto, si las empresas contratantes fueran absolutamente privadas. Es decir, si no pertenecieran a un sector que, como el energético, está regulado, y si los contratados hubieran renunciado, previamente, a la pensión que reciben del Estado. Una pensión que por ética y hasta por estética no deberían estar cobrando.

Otro tanto se puede decir de los diputados y las diputadas que discrepan, aunque sólo sea un poco, en cuanto a si conviene elevar la edad de jubilación a los 67 años, con 41 de cotización, y están todos de acuerdo en que, por lo que a ellos respecta, con siete alcanza más que de sobra.

Seguro que es legal que los ex presidentes del Gobierno trabajen y cobren un sueldo y una pensión del Estado. Seguro que también es legal, porque así lo han acordado, que los diputados, con siete años cotizados, cobren como si hubieran cotizado cuarenta. Será todo muy legal, pero, por muy propensos que seamos a escandalizarnos, eso se llama aprovecharse del cargo.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / La Nueva España

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