Milio Mariño
Poco a poco, y sin que apenas nos diéramos cuenta, el Estado ha llegado a saberlo todo de nosotros.Sabe cuanto ganamos, cuanto gastamos, si tenemos casa, si tenemos coche, nuestro estado civil, nuestro domicilio,cuál es nuestro historial médico, cuantos hijos tenemos,cuanto debemos, cuanto tenemos en el banco, si trabajamos, si estamos en el paro, si tenemos un plan de pensiones...Lo sabe prácticamente todo sin necesidad de apelar a procedimientos sofisticados que valen una millonada. Lo sabe porque nosotros se lo decimos, pero como, al parecer, quería saber más, Aznar compró Sitel, según dice ahora el PP, para no usarlo.
El PSOE, que se lo encontró instalado, viene a decir lo mismo. Dice que no lo usa, que se lo ha alquilado a los jueces y la policía para facilitarles su trabajo.
Apabulla lo que saben de nosotros. Y apabulla todavía más que no se conformen con eso, que quieran saber dónde estamos, que decimos, con quién hablamos...
Lo curioso del caso es que la mayoría de la gente apenas le da importancia. Dice alegremente aquello de que si no tienes nada que ocultar...Si eres inocente...Qué más te da, allá ellos, que escuchen lo que les apetezca.
La ingenuidad de este comentario solo es comparable, en estupidez, con aquella del policiía que le gritaba al que estaba aporreado en el suelo: Si no tenías nada que temer; ¿ Por qué corrías ?
La defensa de nuestra privacidad no es un capricho elitista, o una extravagancia; es fundamental. Imprescindible para protegernos del abuso de unas autoridades que siempre son inquisitivas y si por ellas fuera ningún aspecto de nuestra existencia quedaría a salvo de sus ojos y sus oídos.
El ejemplo más evidente lo estamos viendo con este embrollo de Sitel, un sistema automatizado que permite, bajo orden judicial,la recogida de cualquier conversación o mensaje. Su lelgalidad ha sido avalada por varias Sentencias del Tribunal Supremo, en alguna de las cuales se dice, expresamente, que es más garantista que los métodos anteriores pero, aún así, debería estar regulado.Debería haberse regulado hace tiempo, cuando se compró, lo que pasa que cada cual se acuerda de Santa Bárbara cuando truena.
Al PP, que lo gestionó durante cuatro años, no le importó que Sitel pudiera irrumpir en nuestras vidas y coartar nuestra intimidad hasta que varios de sus dirigentes políticos no aparecieron relacionados con la trama Gürtell. Entonces si, entonces lo denunció pero el objetivo de su denuncia no era proteger nuestra privacidad, el objetivo de su denuncia es conseguir la anulación de las pruebas que, contra sus dirigentes, tienen los jueces.
Esta especie de cruzada que el PP ha emprendido, ahora, en favor de nuestra privacidad dudo que se hubiera producido si los periódicos no hubieran publicado aquellas conversaciones del Bigotes con sus amiguitos del alma. Así que seamos claros, dejen de tratarnos no ya como a idiotas en potencia sino como a verdaderos imbéciles. Ni a unos ni a otros, ni al PP ni al PSOE, les importa nuestra privacidad, les importa la suya. La de sus dirigentes.
Cuesta entender esta sumisión, casi generalizada, a qué sepan todo de nosotros. La pregunta que se me ocurre, la que no entiendo por qué no nos hacemos es:¿Y, para qué quieren las autoridades saber de nosotros más de lo que ya saben? Porque será para algo, supongo. Para algo que, o mucho me equivoco, no creo que sea para facilitarnos las cosas o felicitarnos por nuestro cumpleaños.
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