Esta semana pasada, influido seguramente por dos noticias de impacto que nada tenían que ver: el fallecimiento de Fernández Campo y la derrota del Madrid, se mezclaron en mi cabeza el fútbol y la política. El resultado fue que me puse a escribir y, cuando quise darme cuenta, la confusión era tal que me había llevado a enfocar el tema como si se tratara de una crónica deportiva de esas que suelen escribirse los lunes después de una jornada de liga. No sé si haría bien, pero así lo dejé.
Comenzaba diciendo que ya solo nos queda uno de aquellos tres asturianos: Torcuato, Sabino y Carrillo, que nacieron hace más de noventa años y formaron la mejor delantera democrática que se recuerda; la que tanto necesitabamos y la que, a la postre, nos sacó de la dictadura para meternos por la puerta grande en la liga de las libertades.
Los tres; Torcuato, Sabino y Carrillo, destacaban por tener una gran visión y dominio del juego. Había que ver como se movían y se desmarcaban del resto. Como resolvían las situaciones comprometidas con la eficacia del que sabe muy bien a que juega. Seguro que los más mayores recordarán aquellos memorables encuentros en los que Torcuato goleaba a los procuradores en Cortes, Sabino nos salvaba de penalty y Carrillo se abrazabab a la bandera después de meterles un gol decisivo a los prosoviéticos.
Aquellos eran jugadores y no estos de ahora que viven pendientes de las cámaras y los focos y de vender humo por un puñado de votos, cuando no de tirarse en el área, simulando que les han hecho falta para justificar su impotencia.
Dirán que aquellos delanteros brillaron porque funcionaba todo el equipo pero yo tengo mis dudas. Si quitamos a Torcuato, Sabino y Carrillo se salvanmuy pocos, la calidad baja mucho. No se salva casi ni el portero; que fue ganando prestigio y ahora dicen de él que era un fenómeno, que sus intervenciones resultaron decisivas pero que, por aquel entonces, dudaba más de la cuenta y tuvo salidas en falso que no fueron gol de milagro.
Lo mismo puede decirse de otros titulares indiscutibles, pues hubo partidos en los que no quedó nada claro si defendian, atacaban o dejaban hacer al contrario.
Es normal que ahora se olviden los titubeos y las malas jugadas y todos se apunten al éxito. Pero el mérito fue de los galácticos. De aquellos tres fenomenos: Torcuato, Sabino y Carrillo; extremo derecha, delantero centro y extremo izquierda, que marcaron la diferencia.
En el fútbol hay una ley no escrita según la cual lo que pasa en el vestuario no debe trascender de puertas afuera, por eso que no sabremos nunca el alcance y el significado de esa famosa frase que atribuyen al portero :¡ Mira que si te has equivocado, Sabino !
Sabino no se equivocó y, los que con él formaron aquella delantera de galácticos de la democracia tampoco. Así es que hoy podemos presumir de lo fenomenal que jugaron y de que, los tres, son asturianos.
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