sábado, 21 de noviembre de 2009

Disparates varios

MILIO MARIÑO

A estas alturas sigo teniendo no sé si la buena, o mala, costumbre de hacerme preguntas sobre algunas de las noticias que leo a diario. El resultado no es alentador pues en algunos casos cuestiono que sean verdad y en otros me parecen un disparate. Intuyo que la lógica que utilizo ha debido quedar anticuada, aunque también puede ser que cada vez me resulte más difícil distinguir lo real de lo no real y lo lógico de lo disparatado.
Esta semana, por ejemplo, me ha parecido un disparate que Zapatero y Rajoy se pongan de acuerdo para elegir un nuevo presidente de TVE que tiene 81 años y confiesa que no sabe nada de televisión. También me han parecido disparates que Berlusconi reforme las leyes para evitar ser juzgado, que Camps diga que los socialistas quieren verlo fusilado y en una cuneta y que la Junta de Extremadura, en su afán por enseñar a los jóvenes, haya decidido enseñarles manualidades que no tienen aplicación en el ámbito presional sino, solo, en cuanto a una satisfación personal que casi todos aprendimos de forma autodidacta.
El caso que junto a esos disparates aparecían en los periódicos otras noticias, también disparatadas pero que, a diferencia de las anteriores, querían indicar que hay gente que puede vivir sin muchas cosas, pero no sin lógica. Me refiero al suicidio de esos tres deportistas, todos ellos jóvenes y todos, a mi juicio, por cuestionarse la lógica de sus vidas.
Desde mi punto de vista el suicidio es un disparate por mucho que sea una forma más de morir y que, según la definición que considero más acertada, consista en matarse a uno mismo impidiendo, con violencia, el cumplimiento de su destino.
La diferencia entre lo disparatado de las decisiones que decíamos al principio y el disparate de por fin a la vida cuando apenas se han cumplido treinta años es, además de la fatal consecuencia, que en unos casos podemos interrogar por la causas y en los otros quedamos con la pregunta en los labios y un regusto amargo en el alma.
Dicen que la causa del suicio no es un arrebato de locura, que una cordura bien llevada también puede conducirnos a él. Qué, cuando se ha perdido el sentido lógico de la vida ( situelo cada cual donde quiera ) no es locura la decisión de acabar con ella sino todo lo contrario.
Pues no se yo. El año pasado se suicidaron en España 6.381 personas y, a mi, por más que me digan que pudieron ser actos de cordura, me parecen otros tantos disparates.
La coincidencia entre suicidarse como lo han hecho Robert Enke, Agustín Sagasti y Dimitri Fauw, y hacer una tontería como las que atribuyo a Zapatero, Rajoy, Camps y la Junta de Extremadura, es la inexplicabilidad de la causa pues si en unos casos no parece que pueda atribuirse a sus protagonistas dificultades económicas o desarraigo social, en los otros tampoco cabe suponer que fuera por ignorancia. Tal vez sea porque, al decir de los filósofos, los disparates son delirios subversivos, urgentes y subterráneos que pueden con todo. Con lo trivial, lo elevado, lo contradictorio y hasta con lo que uno pretendía decir y no sabe si queda dicho.

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