Bajo
el tórrido y abrasador sol de Londres, acaban de celebrarse los XXX Juegos
Olímpicos, un acontecimiento que guarda ciertas similitudes con “El sueño de
una noche de verano”, aquella obra de Shakespeare que el escritor sitúa en un
bosque poblado de hadas, duendes, bufones y seres mitológicos que desaparecen
cuando Puck deshace el hechizo y los espíritus se aseguran de que los mortales
creen haber vivido un sueño.
La sensación que nos queda, ahora que han
apagado la llama, viene a ser esa. Pero no es la única, comparte sitio con la
evidencia de que Inglaterra es un pueblo de niños que nunca se hacen mayores. Lo
decía muy bien Julio Camba, decía que los ingleses son rubios porque son niños,
ya que si fueran adultos se volverían morenos.
Pues
bien, todo se debe al deporte, el deporte es lo que les mantiene en una niñez
constante. Hagan la prueba, prueben a imaginar el deporte más raro que se les
ocurra que, por mucha imaginación que le pongan, nunca llegarán a imaginar de
lo que son capaces los ingleses.
Lo
último que han discurrido es The Extreme Ironing. La Plancha Extrema; un
deporte que consiste en planchar de la forma más rara posible, en el sitio más
raro posible, pero intentando que la ropa quede lo mejor que se pueda. Hay
diferentes modalidades: urbano, en el campo, en el agua, en terreno rocoso...
El ganador, o ganadora, resulta de aplicar una puntuación que tiene en cuenta
el tiempo, el estilo y la calidad del planchado. Se trata de un deporte nuevo, de
reciente creación, pero ya han celebrado un campeonato del mundo que se disputó,
en Munich, no hace mucho.
Para
los incrédulos, que los habrá, facilito la dirección de su página web: extremeironing.com,
donde pueden apuntarse y consultar todos los pormenores de este novedoso
deporte que quién sabe si dentro de unos años no llegará a ser olímpico.
Seguidores no le faltan. Lo digo por experiencia
pues, desde que se me ocurrió comentarlo, mi mujer no para de darme ánimos, insistiendo
en que debe ser bueno para los músculos y muy relajante para la cabeza.
Dudo
que me convenza. Pero, no piensen mal, mi negativa no debe entenderse como que
le tengo manía al Extreme Ironing. Me pasa con todos los deportes. Por mucho
que digan que el aire fresco matinal es un bálsamo para los pulmones nunca
madrugo, pienso que dormir la mañana es más saludable. También me pasa con lo
de comer verduras, prefiero una lubina a la plancha, o un solomillo de carne
roxa antes que frejoles o repollo.
Mi
actitud, hacia quienes predican que es muy sano levantarse al amanecer, correr
diez kilómetros y comer verduras o pollo cocido, es de respeto. Pero eso no
impide que piense que nos la están dando con queso.
Pongamos un ejemplo: ¿Cuánto creen que puede
sacarme Usain Bolt en cien metros lisos? ¿Un minuto? Bueno, no sé, pongan dos,
si consideran que ya estoy mayor y un poco fondón. ¿Y eso qué es? ¿Merece la
pena entrenar día tras día, durante cuatro años seguidos, levantarse temprano,
llevar una dieta estricta y privarse de un gin-tonic, sentado en una terraza?
Pienso que no, pienso que eso está bien para que se lo cuenten a los niños, o a
los ingleses, pero las personas mayores no deberíamos caer en trampas así.
Milio Mariño/ Artículo de Opinión/ La Nueva España
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