Milio Mariño
Si les sorprende el titulo yo se lo explico. Digo naranjas de Galicia por no decir de la China, que era lo que decíamos para dar a entender que no estábamos de acuerdo con algo que nos proponían, o para expresar nuestro asombro de que quisieran convencernos con una historia infumable.
Escojo la frase, y la fruta, porque la naranja ha sido favorecida por una creencia general alejada de la realidad. Se trata de un cítrico; es decir, de una fruta agria que todavía no está aceptado que sea dulce, pero generalmente se acepta como si lo fuera. Se acepta aunque haya que añadirle azúcar para endulzar su sabor y confirmar la falsa creencia. Cosa que, también, sucede con la supuesta obligatoriedad de recordar a los muertos endulzando lo que fueron en vida porque solo así, en esa conformidad y esa conciencia, hacemos que puedan descansar en paz, que es lo mínimo que se puede desear a quienes fallecen.
El preámbulo de la fruta viene a cuento de las toneladas de azúcar que se han vertido sobre la figura de Manuel Fraga, que no fue, como han dicho algunos, un demócrata ejemplar ni un político de excepción que supo amoldarse de un régimen totalitario a un sistema democrático. Fue un político agrio, déspota y frustrado, que no pudo lograr ninguno de los objetivos que se propuso. El primero ser presidente del Gobierno después de la muerte de Franco. En ello estuvo; quería sucederle y seguir gobernando a su imagen y semejanza, de ahí que nos hiciera creer que aquel destierro en la embajada de Londres fuera por sus ideas aperturistas, cuando en realidad fue que se llevaba mal con el ministro de comercio, García Moncó, y quiso aprovecharse del escándalo financiero de MATESA, cosa que Franco no toleró. También influyó su mala puntería y el perdigonazo que le soltó en el culo a Carmencita Franco, con la consiguiente reprimenda del dictador: “Aquí, el que no sepa cazar, que no venga”.
Quienes valoran que fue Presidente de la Xunta, durante 16 años, olvidan que era contrario, y se opuso, al Estado de las Autonomías. Aceptó retirarse a Galicia herido por sus asaltos frustrados a La Moncloa y convencido de que nunca llegaría a ser Presidente del Gobierno de España. Eso si, fue vicepresidente, y Ministro de la Gobernación, en el último gobierno de Arias Navarro, gritando que la calle era suya y ordenando disparar, con fuego real, contra las manifestaciones de obreros y estudiantes, que registraron un saldo de ocho muertos.
Su postura sobre el divorcio, la homosexualidad, los condones o el papel de las mujeres puede resumirse en lo que le dijo a una joven gallega que lo increpó en una calle de Santiago: “Porque es muller, que senón dábache dous…” Otra muestra de su talante es como pretendía resolver el asunto del Prestige. “Si se ponen tontos se le pegan dos cañonazos y punto”. Para abreviar el recordatorio de su talante democrático, basta decir que hace tan solo un año, en declaraciones a El Faro de Vigo, llegó a comprar a Franco con Napoleón asegurando que el dictador dejó sentadas las bases para una España en orden y en democracia.
Fraga fue agrio, déspota y muy poco demócrata pero, así son las cosas, los favorecidos por el destino también lo son a la hora repartir azúcar para endulzar su memoria.
Milio Mariño / Artículo de Opinión
No hay comentarios:
Publicar un comentario