Milio Mariño
Al filo de la semana pasada, decía Pepe Monteserín que nuestra inflación de Piraguas, Xiringüelos y Romerías era síntoma de crisis. Casi a la vez, la concejala de Festejos de Avilés, apuntaba que la reducción del gasto, a consecuencia de la crisis, haría que las fiestas fueran más populares y menos contemplativas.
Estamos en lo de siempre, en si la función hace al órgano o es al revés. Da igual porque lo que tenemos es menos dinero y las mismas ganas de divertirnos, así que la alternativa la pintan tan simple como volver a los festejos antiguos o inventar nuevos festejos que tendrían que ser más baratos.
Apuesto por seguir como estamos. Sería un atraso que volviéramos a tirar una cabra desde lo alto del campanario. Y un atraso mayor que optáramos por esos otros festejos que se empeñan en demostrar que seguimos siendo animales. Animales todos somos un poco pero, por extraño que parezca, España ocupa un lugar muy discreto dentro del ranking mundial de festejos tontos y absurdos. El segundo lugar de ese ranking es para la procesión de ataúdes de Santa Marta de Ribarteme y bastante más abajo, en mitad de la tabla, aparecen La Tomatina de Buñol y las Fallas de Valencia. No figuran, dentro del ranking, el Colacho de Castrillo, los encierros, o el Toro de Vega. En cambio ocupan un lugar destacado la Carrera de Quesos Rodantes, de Gloucester, la Carrera de los Hombres Pájaro, de Bognor, y el Campeonato Mundial de Levantamiento de Esposa, con sede en Sonkajärvi, Finlandia. Levantamiento físico, que nadie entienda que se trata de levantarle la señora al prójimo, la prueba consiste en cargar con una mujer a la espalda y recorrer medio kilómetro por un camino embarrado.
Los datos que hemos recopilado confirman que España no es una potencia en cuanto a festejos tontos y absurdos. En eso, como en casi todo, los americanos nos llevan ventaja. No obstante conviene ser precavidos porque como se ha puesto de moda ahorrar a toda costa, no me extrañaría que alguno de los nuevos concejales, que acaban de llegar a los Ayuntamientos, se mostrara dispuesto a importar el «Mooning- Amtrak»; un festejo, a coste cero, que en USA está haciendo furor.
El «Mooning-Amtrak» se celebra, desde hace ya treinta años, el segundo sábado de julio, en Laguna Niguel, un pueblo de California. Consiste, simple y sencillamente, en que la gente se sitúa a lo largo de una pequeña ladera, frente a las vías del tren, y enseña el culo a los pasajeros que viajan en el ferrocarril.
La iniciativa ha tenido tanto éxito, en sus dos vertientes, en cuanto al número de personas que se suben al tren para disfrutar viendo culos, como al de quienes se bajan faldas y pantalones para regalar la vista a los viajeros, que las autoridades se han visto obligadas a poner orden pues los participantes, llevados por el entusiasmo, no solo enseñan el culo sino que orinan y defecan en público para regocijo de todos.
Las Piraguas, Romerías, Xiringüelos y Sardinadas, cierto que salen más caras que el popular y, al parecer, divertido festejo americano. Lo malo es que si reducimos el gasto hasta lo que proponen algunos, corremos el riesgo de quedar con el culo al aire. Los programas de Begoña y San Agustín apuntan en ese sentido pero, como hay gente para todo, habrá a quien no le importe.
Milio Mariño / Artículo de Opinión / La Nueva España
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