Milio Mariño
Si aceptáramos que tonto es el que hace tonterías, y que la vida es como una caja de bombones, quedaría por definir cómo llamaríamos al que las padece y las sufre sin rechistar. Merecería que lo llamáramos imbécil pero uno se mira al espejo y se contiene. A lo mejor no es para tanto. Podemos enfadarnos y creer que nos toman el pelo, pero también cabe pasar de largo y tomar las tonterías por lo que son. Sobre todo las que aparecen en los periódicos así que llega el verano.
En verano, los periódicos publican tonterías para dar y tomar. En portada o en las páginas interiores, eso lo decide el director y el consejo de redacción, que, por lo visto, coinciden en el criterio de que el tonto de verano refresca la letra impresa y entretiene más que otra cosa, pues raro es el día que, a lo largo de julio y agosto, sea cual sea el periódico, no encontramos noticias de alguna competición irrisoria, como el Rally de Caracoles de Tricio, o entrevistan a un tipo como aquel pastor de Gerona que el verano pasado, en una entrevista difundida por Europa-press, afirmaba: Si me roban unas cuantas ovejas acepto que las maten y se las coman pero no que graben y me envíen un video en el que se ve como practican zoofilia con una de ellas. Lo hacen para fastidiarme.
Algunos directores se justifican diciendo que estas cosas se publican porque, en verano, escasean las noticias y los periódicos se llenan de becarios pero, por mucho que las noticias escaseen y los becarios sean legión, no creo que sea para llegar a lo que publicaba El Norte de Castilla el pasado 7 de julio: “Una mujer sufre un mareo en su domicilio”. Si esto alcanza a ser noticia no me extrañaría que cualquier día publicaran que nos hemos cortado al afeitarnos.
La disculpa es que estamos en verano y como, en verano, todo tiene sentido se insiste en que los lectores para eso compran el periódico, para leer tonterías o noticias intrascendentes que les entretengan y no les causen problemas. Noticias como la que aparecía hace unos días, la de ese chino, Chen De, que a pesar de sus 71 años y de que no supera el metro y medio de estatura, se mete unos lingotazos de gasolina y queroseno, para aliviar el catarro y la carraspera, que no baja de los tres o cuatro litros al mes.
Las tonterías parece que están de moda y, ahora, en verano copan las páginas de los periódicos en detrimento del reportaje o el relato. Ya verán como, de aquí a septiembre, volvemos a leer noticias, como aquella del verano pasado, en la que se daba cuenta de lo sucedido a un artista enano, de nombre Capitán Dan, que atascó su miembro viril en el tubo de una aspiradora. O, aquella otra que hablaba de un gato que vivía en un asilo y sabía cuando los ancianos iban a morir.
Nadie discute que, en verano, puedan suceder tonterías dignas de ser contadas, pero no más que en invierno. Sirva como ejemplo lo que le ocurrió al genial Tennessee Williams, que murió en el baño cuando, tratando de abrir con la boca un bote de pastillas, el tapón salió hacia su garganta y le produjo la muerte por asfixia. Una muerte tonta que no sucedió en verano, sucedió un 25 de febrero.
Milio Mariño / Artículo de Opinión
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