lunes, 18 de julio de 2011

Probatio diabólica

Milio Mariño

Después de desayunar un café con leche y una tostada con miel, leí, asombrado, que don Andrés García Torres, cura de la parroquia de Nuestra Señora de Fátima, en Fuenlabrada, había dicho, para demostrar que no le gustan los hombres, que estaba dispuesto a que le hicieran una prueba rectal. «Que me hagan la prueba, que midan mi ano a ver si lo tengo dilatado», dijo, en tono desafiante, dirigiéndose a Don Joaquín, obispo de la diócesis de Getafe, que insistía en apartarlo del cargo sospechando que es gay y utilizando, como prueba, una foto en la que el cura aparece abrazado, y con el torso desnudo, a Yannik Delgado, un supuesto seminarista que, por lo visto, no lo es. Y aunque lo fuera, pensaría el obispo, en voz baja, razonando que la prueba, en el caso de que fuera superada y confirmara que el ano del señor cura no sobrepasa los limites de lo masculinamente correcto, tampoco demostraría que la imputación carece de fundamento pues, según la ley de Mahoma, adaptada, por imperativo legal, al lenguaje de nuestros tiempos, tan homosexual es el que da como el que toma.

Tal vez lo pensara pero no me consta que el obispo haya hecho referencia a la citada ley ni es previsible que lo haga. Puede echar mano de argumentaciones tan sólidas como la teoría de Ockam, un principio filosófico según el cual cuando dos teorías tienen las mismas consecuencias, la más simple tiene más probabilidades de ser correcta que la compleja. De cualquier manera, el caso no viene aquí por la repercusión social de una prueba, hasta ahora, insólita que se ha convertido en la comidilla del verano. El caso merece nuestra atención porque, una vez más, estamos ante otro atropello de lo que se considera fundamental en un Estado de derecho. La carga de la prueba, sobre los hechos constitutivos de la pretensión punible, corresponde exclusivamente a la acusación, sin que sea exigible a la defensa que demuestre su inocencia y menos que acepte ser sometida a una «probatio diabólica».

Algunos de ustedes, a los que supongo legos en la materia, se estarán preguntando si la «probatio diabólica» tendrá que ver con la iglesia. A mi no me cabe duda pues consiste en qué si usted confiesa, es culpable. Y si no confiesa, ni aun en el caso de que le sometan a la tortura de la bañera, o le claven palillos entre las uñas, es que el diablo le ha dado fuerzas para soportar esas perrerías y, por tanto, también es culpable.

En resumidas cuentas que, don Andrés, lo tenía tan crudo que ni pidiendo que le midieran el culo podía salvarse. Y así fue, al final claudicó. Entregó las llaves de la parroquia y se armó la de Dios es Cristo. Los feligreses, visiblemente indignados, acamparon frente a la iglesia y amenazan con rezar rosarios hasta que repongan al cura en su puesto de párroco.

El conflicto va para largo y lo que me sorprende es que no veo el problema. ¿Qué más le dará, al obispo, que al cura de Fuenlabrada, o al de donde sea, le gusten las mujeres o los hombres? ¿No están sometidos al voto de castidad? Pues entonces. ¿No les parece una contradicción, o una probatio diabólica, que a los curas, para ser titulares de una parroquia, les exijan que tienen que gustarles las mujeres?


Milio Mariño / La Nueva España / Artículo de Opinión

6 comentarios:

Anónimo dijo...

"paula gonzalez salgado" "raquel mendez dafonte" "agustin gamote alvarez" "jose gabriel lama feijoo" "jorge juan bahamonde gonzalez" "pilar lopez guerrero"

Anónimo dijo...

"don antonio salgado nolasco es inocente"

Anónimo dijo...

andres garcia torres blogspot; antonio salgado nolasco blogspot

Anónimo dijo...

jose de brito blogspot; martir del fanatismo blogspot

Anónimo dijo...

brendan dassey blogspot; sofia benharira blogspot

Anónimo dijo...

"david leo garcia es inocente" romano van der dussen blogspot