Milio Mariño
Siempre fui partidario de utilizar la fuerza del dialogo antes que la de las armas pero viendo el resultado de lo que sucedió la semana pasada se me ocurre que lo mejor para solucionar esta crisis sería militarizar los bancos. Me refiero a que los militares, al mando de un teniente coronel o un cabo, según el tamaño de la sucursal bancaria, intervengan para que con su presencia, o a punta de pistola si es preciso, obliguen a los controladores del dinero a darnos los créditos que nos daban hace tres años sin que nos molestáramos en pedirlos.
La propuesta parte de que, seguramente, estarán conmigo en que lo de la banca, también, es alarmante. Que así no podemos seguir, que ya es el colmo soportar esta tiranía de miles de millones de nuestros impuestos para pagar los pufos de los banqueros. Que ya esta bien, que no podemos consentir que recorten las pensiones, los sueldos y nuestros derechos por culpa de estos impresentables y que algo tendremos que hacer.
En principio no parecía mala la idea la propuesta del ex futbolista francés Eric Cantona, eso de que daríamos un buen palo a los bancos si nos presentáramos todos a una, con la libreta en la mano, y sacáramos nuestros ahorros. Pero se trata de una propuesta arriesgada de muy difícil ejecución. Lo primero porque los bancos, que no son tontos, ya estarán sobre aviso y lo segundo porque muchos de nosotros lo único que podríamos retirar serian números rojos. Así que si nos presentáramos, todos a una, armando bulla y pidiéndoles que nos den los cuatro duros de la nómina, nos esperarían a la salida para darnos una buena paliza con el euribor de la hipoteca. Además, los ciudadanos, en general, solemos ser más prudentes que las elites que manejan el control aéreo o el tráfico del dinero. Casi preferimos soportar los abusos que un colapso en los aeropuertos o en nuestras tarjetas de crédito. De modo que la solución más viable, la única diría yo, seria disponer del ejército para acabar, de una vez por todas, con esa actitud arrogante del jefecillo de sucursal que se niega a recibirnos o que si nos recibe es para mirarnos de arriba a bajo, componer media sonrisa, y responder, encogiéndose de hombros: «Lo siento, pero con las garantías que nos ofrece no podemos darle ese crédito, no estamos seguros de su solvencia».
¿Cómo se atreve? Oiga una cosa, si no fuera por mi, ustedes ya hubieran quebrado. Ha sido con el dinero de mis impuestos con lo que han tapado el tremendo agujero que cavaron sus jefes haciendo barbaridades. El argumento, que además de sólido y contundente es una verdad como un templo, no impediría que el jefecillo siguiera negándose y se atreviera, incluso, a estrecharnos la mano para despedirse de forma amable. Pero -¡ay amigo!- con dos militares, o un par de guardias civiles, uno a cada lado, diciéndole: «Ya está dándole usted a este hombre el crédito que solicita y 20.000 euros más para que se compre un coche». Le iban a temblar las piernas y le faltaría tiempo para firmar.
Con el ejército, o la Guardia Civil, en los bancos todo cambiaría a mejor. Se reactivaría el consumo, daríamos un impulso al ladrillo, salvaríamos la industria del automóvil y creceríamos por encima del cuatro por ciento, que es de lo que se trata.
Milio Mariño / Artículo de Opinión/ La Nueva España
No hay comentarios:
Publicar un comentario