Milio Mariño
Quienes califican, ahora, nuestra solvencia económica son los mismos que provocaron la crisis y no admiten que se regulen las altas finanzas. Tiene «güevos» la cosa. Pero es lo que hay. Y, por lo visto, no cabe otra que morder y tragar. Hacer de tripas corazón, darles explicaciones y aceptar que paguen los pobres para que los ricos vuelvan a lo de antes. De ellos depende que se reactive la actividad económica. Así que toca socializar las perdidas y asegurarles nuevas ganancias con el compromiso de que aceptamos lo que Santa Rita dijo en su día. Solo así, según los expertos, se puede abordar el problema y hacer que esto funcione. Ayudar a la gente que está en el paro es tirar el dinero. Es lo que viene haciendo Zapatero, un Presidente que, contra viento y marea, insiste en que hay que respetar los derechos sociales y mantener los servicios básicos de un Estado del Bienestar que empezábamos a tocar con los dedos. Tamaño disparate no se le había ocurrido a ningún Gobierno. Así nos luce el pelo. Por empeñarse en defender a los más desfavorecidos está llevándonos a la ruina. Debería irse ya mismo. Debería dejar su puesto a los que saben como hacer estas cosas. Solo a un inepto se le ocurre subsidiar a los parados y dar un impulso a las obras públicas.
Estos calificativos, y otras lindezas por el estilo, es lo que vienen diciendo los sabios, los expertos y un buen número de columnistas de opinión que se confiesan, antes que defensores de la derecha, gente con sentido común. Lo dicen por activa, por pasiva y por perifrástica. También lo dice Mariano, que insiste en la invitación pero se cuida mucho de soltar prenda y decirnos cual es su receta para acabar con la crisis.
¡Habla, Mariano! Venga, anímate y cuéntanos que harías tu para que hubiéramos salido de la recesión y estuviéramos creciendo a la par que Alemania. No seas así, perdona a los que no te hemos votado y dinos que harías para corregir el aumento del déficit, dado que por efectos de la crisis hay menor recaudación fiscal y mayor gasto público. Dinos si habrías optado por reducir la dotación para la enseñanza, la sanidad, o las pensiones. Si habrías decretado el despido libre y gratuito, recortado el subsidio de paro y bajado el sueldo a los funcionarios. Dinos qué hubieras hecho porque lo que si te hemos oído decir es que no subirías los impuestos y mantener los mismos servicios con menos impuestos no cuadra ni a martillazos.
¿Por qué no hablará Mariano? Pues no sé. Quizá porque si dijera que es lo que hubiera hecho, de estar en el Gobierno, la gente saldría corriendo. Por eso prefiere callar y agitar el descrédito. Cuanto peor vayan las cosas más oportunidades tiene de hacerse con el poder. Esa es la historia. Mucho presumir de patriotismo pero para Mariano, y para el PP, son más prioritarios sus intereses que sacarnos de la crisis.
Lo que si ha dicho es que si tuviera la mínima posibilidad de ganar una moción de censura, la presentaría. Lo cual es insólito porque, según los manuales al uso, un líder nunca, en ninguna circunstancia, debe confesar su propia debilidad. Pero, ahí lo tienen, Mariano es tan singular que rompe con los esquemas. Sabe que solo puede aspirar a ganar si permanece callado y el gobierno se descalabra. Así que no debe extrañarnos que algunos, bastantes, tengan en mente lo que le dijo el gran Mazzantini al aficionado protestón: ¿Por qué no baja y lo hace usted?
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