miércoles, 27 de enero de 2010

Impresionismo dermatológico.

Dice mi amigo Jaime Luís Martín, en su crónica de arte que hoy publica en La Nueva España, que no se puede obviar que la superficie del cuerpo es comparable a una pantalla sobre la que se van proyectando la vida y los acontecimientos.
Acierta de cine. Y vuelve acertar cuando, citando Lyotard, se refiere a una superficie llena de agujeros, que son parte de la piel y se desplazan hacia el interior.

No había yo caído en la deriva dermatológica del arte contemporáneo. No estoy al tanto, por eso nunca le agradeceré bastante que me abra los ojos y me haga ver que el impresionismo epitelial, más que una tendencia, es una realidad que ha tomado cuerpo y se impone de forma imparable.

Ahí está, sin ir más lejos, el meritorio trabajo de los artistas de FBI, que con su recreación sobre la cara de Osama Bin Laden, acaban de lograr un impacto sin precedentes. Y otro tanto se puede decir de las instalaciones, en soporte de Telediario, que nos han deparado los cuerpos mutilados, retorcidos, amontonados, colgados, atrapados, linchados... de Haití.

A partir de ya pienso seguir, con más atención, la obra los artistas de pincel y, también, de los de cámara en ristre, y los de bisturí y jeringuilla.

No sé si podré con tanto pero todo sea por el arte. Incluido el arte dermatológico, que desarrolla su recorrido existencial y creativo evocándonos cicatrices, catástrofes, pieles y caras de distinto pelaje, siempre a caballo entre el Sur y el Norte.

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