domingo, 6 de septiembre de 2009

Alargar la vida con vino

Mientras los torpes disfrutábamos del verano, los espabilados siguieron trajando sin tomarse un respiro para beber una caña y comer un pincho. Ni siquiera eso porque informaba el New York Times, hace poco, que allá por Wisconsin, haciendo experimentos con monos, los científicos habían conseguido lo que llevaban intentando desde mucho antes de que reinara Carolo. La formula para vivir cien años lo menos.

El experimento ha funcionado con monos pero ahora toca probarlo en los hombres, y supongo que también en las mujeres, pues no se puede asegurar con certeza que vayamos a responder como nuestros parientes peludos. Dicen que es muy probable, pero está por ver que seamos capaces de superar lo que han dicho que puede alargarnos la vida: comer el 30 por ciento de lo que normalmente comemos.

Pues vaya invento ese de pasar hambre para vivir más tiempo. Algo así debieron pensar los científicos, pues convencidos de la dificultad que supondría, para los que vivimos en el mundo rico, prescindir del 70 por ciento de lo que comemos a diario, comenzaron a trabajar en una droga que nos permita seguir comiendo lo mismo y que el cuerpo solo asimile un tercio. Es decir que la clave pasa por encontrar un atajo químico que sea capaz de prolongarnos la vida sin que tengamos que renunciar a una buena fabada o un plato de "berces con tucu". Cosa que parece harto difícil, pero como la ciencia no tiene limites, después de probar vaya usted a saber que potingues, los sabios llegaron a la conclusión de que lo más eficaz es el resveratrol, una sustancia, muy presente en el vino tinto, que consigue activar los sirtuinos; protínas que forman parte de los organismos simples y tienen el poder de regular el nivel energético de las células.

Ya sé lo que están pensando. Que si los científicos consiguieron alargar la vida de los monos dándoles de comer a porrillo y regando sus comidas con buen vino de California se ha obrado el milagro porque ustedes podrán hacer lo que quieran, pero yo paso de esperar por esas pastillas y empiezo, desde ya mismo, a darme homenajes con vistas a vivir cien años.

Ni más ni menos. Lo malo que como todo no iban a ser buenas noticias, el punto negativo lo puso la Agencia de Alimentación y Medicamentos de los Estados Unidos ( la Foot and Drug Administration) que pasa olimpicamente de las investigaciones porque considera que la vejez no es una enfermedad. Y en esa línea están los biólogos evolucionistas, para los cuales pretender burlar el envejecimiento sería un disparate. Argumentan que la selección natural de la especie ni se preocupa por la longevidad, que lo suyo, y lo normal, es la fecundidad.

También alegan que prolongar la esperanza de vida en un laboratorio tiene escaso mérito, pues lo verdaderamente importante es vérselas con la célula humana, mucho más sofisticada, arriesgada y expuesta a complicaciones. La vejez, dicen, es el precio que pagamos por la alta especialización de nuestras células.

Total que la cosa no está nada clara. Hay quien da por conseguido que podamos aumentar nuestra esperanza de vida y hay quien tiene sus dudas. Si nos atenemos a cómo parece que los científicos lo consiguieron, dándole al morapio y pasándoselo pipa con los monos de Wisconsin, resulta poco creíble. De todas maneras, a las malas, si no conseguimos alargar la vida comiendo lo que nos apetezca y bebiendo buen vino, hacerla más divertida seguro.

Milio Mariño

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