lunes, 5 de septiembre de 2011

Asturias, querido país

Milio Mariño

Para los asturianos es, ciertamente, una novedad que el Gobierno de Asturias se haya declarado «paisista», algo así como una especie de seudonacionalismo inventado por FAC en su afán por diferenciarse del PP y de otros nacionalistas de derechas como PNV y Convergencia y Unió.

A falta de que los hechos confirmen lo que intuimos, el «paisismo» constituiría, por definición, una forma de hacer política referida a un territorio formado por una unidad geográfica natural. Asturias, en cuanto a la superficie terrestre comprendida entre Pajares y el Mar Cantábrico, Tina Mayor y la ría del Eo, sería la destinataria de la política de un partido que, en buena lógica, debería llamarse PPAC, siglas que no habría que tomar por el PP de Álvarez-Cascos sino por lo que son: el Partido Paisista fundado por quien se autoproclama heredero de Jovellanos.

Ciertamente, es novedad que el partido que nos gobierna considere Asturias como un país. Novedad que, a mi modo de ver, lejos de alegrarnos, después del inicial estupor, se convierte en preocupación pues cabe advertir que los conceptos de patria, nación y país siguen siendo utilizados, incluso a día de hoy, con la misma finalidad que hace siglos: para obviar los derechos elementales del ciudadano en pos de un bien común que nadie sabe en qué consiste y suele ser más común a los intereses de los que gobiernan que a los del ciudadano de a pie.

Un simple repaso a la historia nos pone al tanto de que los políticos suelen volverse nacionalistas cuando se disponen a tomar medidas impopulares. Medidas que proclaman como muy necesarias por el bien de la nación, aunque perjudiquen notoriamente a los ciudadanos que han acudido a las urnas para elegir un gobierno que les saque del atolladero y no para que gobierne a favor de un ente abstracto.

Con ser esto así en los partidos nacionalistas tradicionales, resulta más inquietante y más arriesgado, si cabe, lo que puede depararnos el pretendido «paisismo» de FAC, pues mientras las nacionalistas gobiernan para la nación, para una comunidad que incluye el territorio y todo lo que pertenece a él, es decir, el terreno, las personas, el idioma, etc. Los «paisistas», por definición, gobernarían para un territorio despojado de todo eso. Un territorio al que no podríamos llamar patria ya que patria es sinónimo de Nación.

Así es que la pirueta inventada por FAC, además de lo dicho, podría llevarnos, incluso, a modificar nuestro himno. Asturias ya no sería, no podría ser, patria querida, sería querido país. Cambio que se advierte importante pues iría más allá de lo que suponen un par de palabras.

FAC no quiere llegar a tanto, insiste en que querido país vendría a ser casi igual que Patria querida, pero uno se pone en guardia, y quizá por tratarse de quienes se trata, alerta de que ese cambio, al que pretenden restarle importancia, quizá lo entiendan en su peor y más machista afección. Quiero decir que la Patria querida, a la que los asturianos profesamos nuestro amor, quizá la vean como la querida que, antaño, se agenciaban los más pudientes por puro capricho y placer. La amante que entretiene y sirve de diversión pero que en ningún caso ocupará el amor verdadero y el papel principal.

Esperemos que no sea así. Asturias y los asturianos no merecerían ese trato ni aunque se hubieran equivocado en lo que votaron.

Milio Mariño / La Nueva España / Artículo de Opinión

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