viernes, 15 de abril de 2011

Sexo cardiovascular

Milio Mariño

Hace un par de semanas, o tres, pudimos leer que los hombres que mantienen relaciones sexuales esporádicas son los que más posibilidades tienen de padecer un ataque al corazón o morir de forma súbita. A buenas horas dirían, si pudieran, los que crían malvas victimas de un patatús cuando pedaleaban de forma frenética tratando de coronar El Angliru del gusto. Es lo malo que tienen las revelaciones científicas que, cuando llegan y nos convocan para hacernos participes de un logro, suelen traer más desilusión que esperanza. Para muchos ya no hay remedio y para otros aun es peor pues conocen la solución pero se enfrentan con la imposibilidad de poder llevarla a la práctica.
Quisiera ver yo, a esos científicos, con sesenta años cumplidos, sustituyendo lo esporádico por una cadencia regular y frecuente como la que recomiendan para mejorar la salud del corazón y el riego sanguíneo. Que mejorará, no digo que no, pero, desde el punto de vista estadístico cabe ponerlo en cuestión. La estadística es implacable, cuantas mas veces se haga el acto sexual más posibilidades habrá de palmarla en ese momento. No lo digo por rencor, es una operación matemática.
De todas maneras esta bien saber que el sexo, cuanto más se haga, mejor nos irá en nuestra salud. No quiero ni imaginar si yo hubiera dispuesto, cuando apenas era un chaval, de los estudios científicos que ahora, cuarenta y muchos años después, acabamos de conocer. Se iban a entrar en el confesionario y también en mi casa. Por salud, señor cura párroco. Por mejorar mi tono cardiovascular, papa.
Sé que los avances científicos hay que aceptarlos, aunque nos lleguen tarde. Son ley de vida, evolución y progreso. Y, yo, los acepto, pero, a veces, sucede que nos adelantamos y aplicamos directamente nuestros experimentos sin más aval que la propia intuición. Por eso, después de todo, aunque ahora no pueda seguir el consejo de los científicos, me sirve de consuelo haberme adelantado a los tiempos y no haber hecho caso de lo que recomendaban cuando la creencia general era lo contrario de lo que afirman ahora. Supongo que de algo habrá valido aquella lucha titánica contra la ciencia de entonces, la religión y los elementos.
No discuto, no tengo conocimientos ni datos para discutirlo, esto que dicen: que cuanto más hagamos el acto sexual mejor nos irá con nuestra salud. Me llama la atención que con la misma rotundidad con la que afirman lo que comentamos, digan que está demostrado que el riesgo de infarto o de muerte súbita en las personas que mantienen pocas relaciones sexuales suele producirse, sobre todo, en aquéllos que lo hacen fuera de la pareja habitual. Según ellos, un noventa por ciento de las muertes súbitas, durante el acto sexual, se da en varones que no estaban con su pareja. Es decir que, primero, nos empujan al desenfreno y luego, cuando ya hemos calentado y estamos listos para batir nuestro record sexual, nos advierten de que es peor el remedio que la enfermedad. ¿Puede deducirse, entonces, que los científicos prefieren los remedios caseros a los que, cabe suponer, son de más calidad? Parece una contradicción. Así que no pienso hacerles caso. Haré lo que pueda y con quien pueda. Y, recomiendo que ustedes hagan lo mismo, pero no para que me den la razón sino por el bien de su salud cardiovascular y, sobre todo, mental.

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