miércoles, 27 de enero de 2010

Impresionismo dermatológico.

Dice mi amigo Jaime Luís Martín, en su crónica de arte que hoy publica en La Nueva España, que no se puede obviar que la superficie del cuerpo es comparable a una pantalla sobre la que se van proyectando la vida y los acontecimientos.
Acierta de cine. Y vuelve acertar cuando, citando Lyotard, se refiere a una superficie llena de agujeros, que son parte de la piel y se desplazan hacia el interior.

No había yo caído en la deriva dermatológica del arte contemporáneo. No estoy al tanto, por eso nunca le agradeceré bastante que me abra los ojos y me haga ver que el impresionismo epitelial, más que una tendencia, es una realidad que ha tomado cuerpo y se impone de forma imparable.

Ahí está, sin ir más lejos, el meritorio trabajo de los artistas de FBI, que con su recreación sobre la cara de Osama Bin Laden, acaban de lograr un impacto sin precedentes. Y otro tanto se puede decir de las instalaciones, en soporte de Telediario, que nos han deparado los cuerpos mutilados, retorcidos, amontonados, colgados, atrapados, linchados... de Haití.

A partir de ya pienso seguir, con más atención, la obra los artistas de pincel y, también, de los de cámara en ristre, y los de bisturí y jeringuilla.

No sé si podré con tanto pero todo sea por el arte. Incluido el arte dermatológico, que desarrolla su recorrido existencial y creativo evocándonos cicatrices, catástrofes, pieles y caras de distinto pelaje, siempre a caballo entre el Sur y el Norte.

martes, 26 de enero de 2010

El timo de la Gripe-A

Como los lunes, en Avilés, siempre son fiesta uno aprovecha para salir y dar una vuelta por Las Meanas. Y en esas estaba, tomando un café, cuando me abordaron dos prebostes locales para reprocharme, periódico en mano, que dijera lo que decía el lunes pasado; aquello de que los políticos, en general, son más tontos ahora que en ninguna otra época.

Me sorprendió que se dieran por aludidos. El artículo apuntaba más alto. No obstante, como tampoco estoy por hacer distinciones, puedo incluirlos, si quieren, entre los muchos patanes que pueblan los Ayuntamientos. La tontería lo invade todo, viene a ser como una pandemia para la que nadie busca remedio porque no produce alarmismo. La población está tan acostumbrada a las bobadas de los políticos que ha acabado por asumirlas como un mal menor. Como la gripe común.

Si señor. Pero eso no quiere decir que la población sea tonta. La población sabe muy bien hasta donde pueden llegar los políticos con sus tonterías y por más que le metan miedo reacciona como cuando oyó lo de la gripe A; que nunca se creyó del todo que fuera a producir millones de muertos. Prueba de ello es que el Ministerio de Sanidad encargó 37 millones de vacunas, recibió trece, repartió nueve y sólo se vacunaron dos millones de españoles.

Me refiero a la Gripe A porque, comentando aquel artículo, los prebostes argumentaban que el trabajo de los políticos es, cada vez, más difícil. Y en vista de que no debían tener muy claro que fuera a entender lo que decían, pusieron como ejemplo la que podría haberse liado si no anduvieran listos y adoptaran las precauciones que adoptaron para atajar la pandemia.
Estoy de acuerdo, con la salud no se juega. Cualquier precaución es poca, pero la sensación general, lo que pensamos la mayoría, es que los políticos picaron como pardillos y contribuyeron a que los laboratorios hicieran su agosto. Las vacunas fueron compradas sin tener garantías de su eficacia ni de su seguridad. Los Gobiernos se gastaron un pastón en un producto que tendrán que tirar a la basura. Y no les quiero contar lo costoso y hasta ridículo de otras medidas de prevención que fueron tomadas, de prisa y corriendo, sin reparar en gastos.

Eso fue lo que sucedió. Lo malo que, ahora, nadi habla del asunto. Es como si, en vista de que no hubo ni apenas hay gripe, dieran por bien empleado todo lo que gastaron. No quieren ni oír mentar lo que dijo, en el Consejo de Europa, el parlamentario alemán y médico epidemiólogo Wolfgang Wodarg, quien sostiene que los laboratorios y la OMS incitaron a los Gobiernos a destinar ingentes sumas de dinero para favorecer estrategias de vacunación ineficaces y que eso se hizo, deliberadamente, para beneficiar a la industria farmacéutica.

La acusación apunta tan alto que dudo que pueda probarse. Todo indica que hemos sido manipulados y que, además, hubo incompetencia política. Los políticos no estuvieron listos, se les hizo el culo agua cuando los laboratorios y algunos científicos pusieron sus preediciones sobre la mesa. Creyeron que había motivos para tomarse en serio la amenaza. Y eso, hasta cierto punto, es disculpable. Lo que no tiene disculpa es que callen y no pidan responsabilidades. Si no las piden, si no salen a la palestra y nos dicen qué fue lo que realmente pasó, es lógico que los veamos como cómplices de una estafa. Y, para mí, es peor quedar por cómplice que por tonto.

viernes, 22 de enero de 2010

La miopía del ordenador como la del masturbador

Una prueba evidente de que los políticos son más tontos ahora que en ninguna otra época es su desvergüenza. Hace unos años, no demasiados, a ningún político se le habría ocurrido decir que los niños que usen un ordenador personal acabarán siendo miopes. Antes tenían más cuidado de no decir tonterías.Eran conscientes de que los ciudadanos habíamos espabilado lo suficiente como para saber que la miopía no se genera por el uso de ese aparato ni tampoco del otro; de aquel que, según los curas, podía dejarnos ciegos si insistíamos en la costumbre de tocarnos entre las piernas.

En aquel tiempo, pongamos hace veinte años, políticos y ciudadanos íbamos, mal que bien, a la par.Ahora no. Ahora la sociedad evidencia un desapego y una desconfianza, hacia quienes se dedican a la política, que debe entenderse no como un tópico, sino como la consecuencia de un proceso degenerativo propiciado por la excesiva acumulación de poder, la no autocrítica y, sobre todo, de haber perdido la desvergüenza y vivir muy al margen de la sociedad. Solo así se explica que alguien sea capaz de decir que los niños que usen un ordenador personal, con una pantalla de diez pugadas, corren el riesgo de quedarse miopes. Y quien lo dice no es cualquiera, es el Consejero de Educación de la Comunidad de Madrid. Un político, alto cargo de un partido, el PP, que trata de convencernos de que ellos gobernarían mejor.

Indicios que desbaratan semejante hipótesis hay para llenar varios folios. Este que comentamos es, solo, una muestra, una más, de las muchas tonterías que suelen decir algunos políticos con mando en plaza.
Quienes mandan en la Comunidad de Madrid han decidido que los niños madrileños no tengan ordenador. Consideran, junto con los de la Comunidad Valenciana, que el modelo de "portátil" que propone el Gobierno perjudica la salud visual. Excusa con la que tratan de darle una bofetada a Zapatero y acaban dándosela a los niños.

No es nuevo que los políticos de ciertas Comunidades utilicen lo que haga falta para dejar patente su enfrentamiento personal con el Presidente del Gobierno,aunque ello suponga restar servicios y derechos a los ciudadanos.
Una primera reflexión podría llevarnos a pensar que si los votantes de dichas Comunidades están dispuestos a renunciar a determinados bienes a cambio del placer de ver a sus líderes insultando a Zapatero, allá ellos. Podría ser una reflexión válida si no fuera que también se quedan sin prestaciones quienes no los votan o no están de acuerdo en que se les utilicie para dejar patente el enfrentamiento. Y son muchas las víctimas.

Las víctimas son quienes tienen menos recursos. Los que tienen posibles mandan a sus hijos a buenos, y caros, colegios de pago y les compran ordenadores de última generación. Ese es el tema. Una cuestión que viene a sumarse a la actitud de esas dos Comunidades, la madrileña y la valenciana, en cuanto a las trabas que están poniendo para aplicar la Ley de Dependencia. Se agarran a las excusas más peregrinas para negarles, a los más necesitados, las ayudas a las que tienen derecho y que Zapatero no se apunte el tanto.

Tamaña desvergüenza no era pensable hace unos años. Había más respeto Institucional y más respeto por los ciudadanos. Por eso que la impresión que uno tiene, cuando ve todo esto y oye cosas como que los ordenadores producen miopía, es que nos toman por tontos. De ahí que parezca oportuno dejar constancia de que los tontos son ellos por más que alguien les haya elegido para gobernarnos.

lunes, 11 de enero de 2010

Empezar dando los buenos días

Hace poco leí que en época de crisis la gente se vuelve más educada. Eso decía un estudio de no recuerdo que universidad, que cuando la crisis aprieta las personas procuran ofrecer, de si mismas, una imagen correcta cuidando más los modales y demostrando un mayor respeto, en la creencia de que así tendrán más posibilidades de éxito y serán mejor aceptadas.
A ver si es verdad. A ver si la crisis sirve aunque solo sea para eso, para corrregir los malos modales y una falta de cortesía verbal y pedestre cada vez más alarmante porque no sé ustedes pero yo doy los buenos días a todo bicho viviente y solo me contestan los que tienen mi edad y de ahí para arriba. Hablo de los buenos días no entro en otras profundidades como ceder el asiento o tratar al profesor de usted, que hace tiempo dejaron de ser muestras de educación y respeto para convertirse en antiguallas que solo usan los viejos y algunos nostálgicos.
Hay quien asegura que la culpa de qué nos hayamos vuelto maleducados y desagradecidos la tiene la vida. Que la vida, al parecer, es ahora tan dura que la única forma de enfrentarse a ella con éxito es ser exigente, inculto, maleducado y muy desagradecido. Esa es la pauta de los que luchan por abrirse camino. Es la forma de ser, y estar, que, inexplicablemente, ha ido ganando terreno. Los modelos de conducta que se relacionan con la buena educación, el esfuerzo, la solidaridad y la justicia social han quedado arrinconados por inservibles. Lo que ahora se lleva, por encima de todo, es la mala educación, la exigencia y la falta de compromiso.
Los valores y los ideales han pasado a mejor vida. Eso dicen los jóvenes cuando se les pregunta. Dicen que mientras puedan divertirse pasan de preocuparse por ese rollo de la política y los problemas sociales. Pero claro, el tiempo va haciéndolos mayores, muy mayores diría yo, y cuando las posibilidades de divertirse desaparecen es cuando explotan, ponen el grito en el cielo y culpan a los políticos de ineficientes a la sociedad adulta de hacerles la vida imposible.
Imposible no sé, pero dificil seguro. Las esperanza es que todos los años por estas fechas aprovechamos para renovar nuestros buenos propósitos y este, que apenas tiene unos días, llega dispuesto a vencer la crisis con remedios más o menos universales y alguna receta casera como cambiar el modelo productivo. Un modelo precario que reclama una cura en toda regla. Un cambio profundo que debería llevar aparejado otro, no menos profundo, que nos obligara a revisar las pautas de esta sociedad de exigentes y maleducados que reclaman vivir mejor pero no están dispuestos a asumir ningún compromiso que no sea el de su satisfacción personal.
Hay medidas que son costosas y llevan su tiempo. Otras, como dar las gracias, ser agradecido o dar los buenos días, no cuestan nada. Por eso que el propósito que se me ocurre es que empecemos el año recapacitando sobre las propiedades que poseen, para la convivencia, las palabras sencillas, aquellas a las que no damos ningún valor porque solo se necesita un poco de voluntad para decirlas.