lunes, 2 de abril de 2012

El jirafo sí que es invisible

Milio Mariño

Hacia tiempo que no pisaba un Juzgado, así que acepté acompañar a un amigo que tenía un pleito, o algo parecido, contra un jabalí que lo había atropellado y casi lo deja sin coche. El caso prometía pero cuando estábamos por los pasillos surgió la sorpresa. Mi amigo preguntó no sé qué y un funcionario, sin apenas mirarnos, dijo con cara de malas pulgas: Eso es cosa de la fiscala.

Fue como una bofetada. Me sonó tan mal que estuve por llamarle la atención y decirle que la fiscal, fuera quien fuera, merecía mejor trato. Solo me detuvo que en aquel instante recordé el muy celebrado informe, de Ignacio Bosque, sobre Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer, y pensé: ni te muevas. Ya seria el colmo que vinieras de acompañante y dieras la nota metiendo a tu amigo en un compromiso, que el pobre bastante tiene con haber sido atropellado por un jabalí y llevar más de un año pleiteando con el tutor del animal que, al parecer, es el Gobierno del Principado.

Volví a repetir, mentalmente, fiscala y me hice un daño horrible en la peri linfa de la rampa vestibular coclear, que no sabia que existiera hasta que me lo dijo un médico. Me sonó aún peor que jueza, que me suena fatal y no entiendo como siguen usando ese termino cuando es tan sencillo anteponer el, o la, a una palabra que es neutra y puede servir indistintamente para el hombre o la mujer.

El caso que como estábamos en el juzgado por el asunto de un jabalí, debió ser por eso, por el influjo animal, que me vinieron a la cabeza la foca y la jirafa. Fue una reacción instintiva, un impulso, imposible de contener, que me hizo gritar: ¡El Jirafo!

Pero qué dices, te has vuelto loco, preguntó mi amigo. Perdona pero es que no paro de darle vueltas a lo que acabamos de oír, que a la fiscal la llamen la fiscala. He pensado que quizá la llamen así creyendo que le hacen un favor. Convencidos de que contribuyen a su visibilidad y, de paso, erradican de los juzgados las expresiones de signo sexista. Pensando en eso me acordé del estudio de Ignacio Bosque y me entró el pánico. Imagina que abordan la invisibilidad de ciertos animales. Imagina la cantidad de nuevas palabras a las que tendremos que acostumbrarnos. Si querías una explicación de por qué grité ¡El Jirafo! ahí la tienes. Podía haber dicho el foco, pues la referencia a la especie la hacemos siempre, como en el caso de la jirafa, en clave femenina.

Mi amigo, que pertenece, como yo, a esa generación que pasó media vida reivindicando la igualdad de los sexos y luchando contra la injusticia, me dijo, por lo bajinis, que confundía sexismo con especismo. Luego me explico que, por desgracia, aún existen tres fuentes fundamentales de exclusión y discriminación: el racismo, el sexismo y el especismo, que a pesar de ser poco conocido, es el más extendido y el menos combatido.

Esquivando jabalíes es torpe pero, de estas cosas, mi amigo sabe la tira. Así que me fui a casa pensando que quizá se haya iniciado ya otro estudio que acabe con la invisibilidad de ciertas especies. Con algunas será sencillo, caso de la sardina y el sardino. Pero otras, como la caballa, seguro que suscitarán la polémica.

Milio Mariño / Artículo de Opinión

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